12.3.07

Digital Webbing y qué se le va a hacer.

Parte de la profesión de guionista de cómics implica estar a la caza semipermanente de posibles dibujantes colaboradores. Pero hay que tener en claro que no es cuestión de encontrar a uno bueno y cargar la escopeta con veinticinco guiones de alto calibre, apuntarle a la cabeza y disparar. Ni uno es un cazador, ni los otros son presas, ni yo soy un as de las alegorías de este tipo. La tarea, menos glamorosa y viril, es más bien la de un oscuro archivista que va guardando sobres de papel madera raído, llenos de dibujitos, en oscuros corredores que nadie más pisa. Cuando uno tiene un guión huérfano de dibujante, va y busca uno en su archivo personal. Y si el guión es bueno y lo sabemos adornar con promesas de gloria, alguno siempre nos dará bola.

Yo he tenido suerte en este sentido. Mucha suerte, lo admito. No sé si soy un gran contador de historias, pero sí estoy seguro de que soy un excelente buscador de dibujantes. Las pruebas están a la vista. Pero hay un escollo que se está haciendo cada vez más habitual. Y sobre todo lo sufren los guionistas que están comenzando, mis alumnos, y otros que andan por ahí. Cada vez es más usual, al contactar a un dibujante, que este se excuse por la falta de tiempo y diga algo como “ESTOY TRABAJANDO PARA UN GUIONISTA YANQUI QUE ME PAGA EN DÓLARES”. Incluso me han contado de algún que otro dibujante desubicado que ha preguntado: “AH, ¿VOS SOS GUIONISTA? ¿Y CUÁNTO PAGÁS?”. Mon dieu! ¿Dónde fuimos a parar, Norberto?

La cuestión es que los dibujantes argentinos que están trabajando para guionistas yanquis son una verdadera legión. Y se entiende perfectamente, es dinero y trabajo seguro, o al menos eso parece. El trato es simple y abrumador: el guionista le paga al devaluado dibujante argentino entre 5 y 30 dólares por página. Luego, el guionista se encarga de buscar un editor por las suyas. Y si lo consigue y cobra, todo el dinero queda para él, cubriéndose con creces lo invertido para que su historia sea dibujada. Hay excepciones de guionistas que aceptan compartir los derechos de autor, pero según tengo entendido, son los menos. Esta dinámica trastoca la habitual sociedad que comparten guionistas y dibujantes, para convertirse en una relación cliente – proveedor.

Ante la falta de mejores ofertas, la opción aparece como un trabajo digno y especialmente óptimo para los dibujantes que todavía están afianzándose en su técnica y estilo. Es una forma de aprender haciendo y cobrando. Pero también hay muchos dibujantes totalmente maduros que han encontrado en esta dinámica una salida para su trabajo. Esos son los que mejor cotizan, llegando en algunos casos a conseguir mejores pagos que los que se logran trabajando para muchas editoriales tradicionales.

El lado oscuro del asunto es que de todos los trabajos que se realizan, sólo algunos consiguen ser publicados. No es un detalle menor. Darse al fogueo de la crítica, las crueles ventas y conocimiento público es el final necesario del trabajo, no algo que viene después. La mayoría lo asume como algo temporal, un primer paso que puede dar lugar a algo más importante. De hecho, ya son muchos lo que han comenzado así y terminaron publicando profesionalmente en editoriales de primera línea, bien pagos y felices. También están los que luego de haber trabajado mucho, no consiguieron cobrar ni lo que les habían prometido en una primera instancia. Pero esto también sucede trabajando para editores directamente. Hijos de puta hay de todos colores.

Por alguna razón misteriosa, no sucede a la inversa. Nunca me he enterado de dibujantes yanquis buscando guionistas por el sur del planeta. Claro, hay múltiples inconvenientes: el idioma para empezar, y el hecho inapelable de que en el país del norte sobran tipos que creen poder escribir cómics por el sólo hecho de haber leído muchos. Un mal dibujante se ve enseguida, los dibujantes no pueden mentir. Pero el guión es más tramposo. Visto de lejos son todos iguales, rengloncitos y letritas. Acá Norberto me dice que estoy diciendo una estupidez. Pero Norberto no sabe nada, si ni siquiera existe.

Un sitio en Internet parece ser el principal responsable de este fenómeno: http://www.digitalwebbing.com/

Es citado recurrentemente por los dibujantes como el lugar de conexión y conocimiento con estas multitudes de guionistas yanquis en busca de ilustradores que quieran llevar a buen término sus historias. Así que básicamente, para finalizar el post, más que una conclusión, tengo una súplica: ¡NO SE OLVIDEN DE NOSOTROS, MANGA DE VENDIDOS!

Ok, lo admito, yo no tengo tanto problema con este fenómeno. Sólo una vez me pasó que un dibujante no aceptara hacer un trabajo para una editorial europea, algo real y concreto, por seguir haciendo una enorme cantidad de páginas para un comic writer de Estados Unidos, sin tener idea de si alguna vez verán la luz. Estoy orgulloso de los dibujantes que han aceptado trabajar conmigo. Como ya dije, tuve mucha suerte. Pero son los guionistas que vienen detrás los que la tienen más complicada, los que se están formando todavía, los que no tienen un dibujante yanqui que les pague por foguearse.

Y sí luego de leer esto, vos, dibujante argentino, te sentís ofendido con mi perorata, pues bien. ¡DEMOSTRÁ LO CONTRARIO! Sé de muchos dibujantes que mientras trabajan para el exterior, siguen colaborando con sus pares guionistas criollos, por el sólo hecho de hacerlo, aunque no vean un mango en lo inmediato.

Que cunda el ejemplo y todos felices.

Para ilustrar, una paginilla de Fergus, dibujada con Leonardo Pietro, que trabaja conmigo y con yanquis por igual. Y lo bien que hace.

Saludos.
Diego.