26.2.08

ANTOLÓGICAS - Primera Parte

Ah, las batallas. Es una de Fantasía heróica que hicimos con Ginevra para Eura.
Al tono del post.


Bueno, acá comienza una serie de tres posts sobre las revistas antológicas. La primera es sobre la nueva revista Magma, editada por Thalos y dirigida por Rubén Meriggi, la segunda sobre Fierro, y la tercera sobre las antologías en general. Ahora, lo que la hinchada está pidiendo, ¡SANGRE! ¡SANGRE!, es decir, crítica. Afilo mis colmillos, pongo la mesa, y saco la revista MAGMA del horno, está lista, tiernita, recién editada, reluciente.

Fui hasta el kiosco y la compré con ciertos preconceptos que en su mayoría se confirmaron, en gran parte, porque tengo experiencia. No es la primera revista que rescata trabajos realizados para Italia (en su mayoría) y los edita acá, con todos los problemas del caso. La primera impresión que tuve es que el diseño podría estar mejor, al igual que la ilustración de tapa, ambas cuestiones, poco importantes, a mí entender. Me están vendiendo aventura clásica, no purismo esteticista o tipografías elegantes. Es más, no tengo idea de cómo mejorarlo. Tampoco me juega en contra el anacronismo estético, la consabida “nostalgia”. Queda clarísimo que todo eso está dentro de su propuesta básica: volver a cierto tipo de historieta identificada con la revista Skorpio, la aventura, la historieta de género. Criticar a Magma por eso es como criticar a un gato porque maúlla. ¡Es un gato! Si no te gustan los gatos, comprate la Fierro.

Sigamos hacia lo importante, obviamente, las historias.

Me sorprendo muy gratamente con la aparición de Zanotto. No sé cuántos años hará que no se publicaba nada de este genial dibujante. Accorsi comentaba que este no era el mejor Zanotto, y puede ser, pero aún así, es genial. Fue una de las historias que más me gustaron, y creo que ayudó bastante la cantidad de páginas que se le destinó. Hay diálogos duros, automáticos, pero nada que el Género, así con mayúscula, no proteja con su halo de permisividad retórica. Algunas repeticiones infortunadas (dos “Cuidado, allí viene otro”, a dos cuadros de distancia, pag 20 y 21). El tono de los diálogos tambalea, como suele suceder, entre el neutro (“vámonos de aquí”, pag 20) y algunos argentinismos sutiles (“¡zafamos!”, pag 21). En fin, cositas que hacia el final no obstaculizan el desarrollo de la intriga. Me gustó la vuelta de tuerca cuando aparece el mismo Zanotto escribiendo la historia según se la contaron, al final de lo que sería el capítulo 1, que hace pensar en Oesterheld cuando se parece a Borges. Quiero ver cómo sigue esta fábula eco-metafísica. Y que viva por siempre Zanotto.

La historieta siguiente “Las Torres Negras”, básicamente, no la entendí. Griffo dibuja bárbaro, pero dibuja demasiado. La secuencialidad es muy difícil de ubicar en una historieta con tanto ruido de detalles y sombras y tramas. No se entiende la ubicación. El guión es casi nulo, una batalla, en el espacio, entre bichos raros. Alguien gana. No sé quien, se parecen todos. Cuando tenés seis páginas nomás, no convienen los splash-pages. Griffo es demasiado bueno como para perder esperanzas, pero quedará pendiente hasta que le toque un guión de verdad.

Santgrial, fue otro punto flojo, pero por mis propias deficiencias como lector. Debo reconocer que la temática principevalientelesca nunca fue de mis favoritas ni mucho menos, y peor aún cuando descubro que el guión va por la onda de los descendientes de Jesucristo y Maria Magdalena y todo eso. Definitivamente no es lo mío. Así que no puedo ser muy objetivo. Puedo señalar, a lo sumo, algunos errores que creo encontrar en el uso, siempre arduo, del voseo reverencial. Como indica el término, el voseo reverencial se usaba cuando uno le hablaba a alguna persona de autoridad, un rey, un papa, un padre, un general. Las conjugaciones son iguales a las de la segunda personal del plural, osea el aún vigente “vosotros”. Es aceptable que por una cuestión estilística se extienda el uso del voseo reverencial a todos los personajes, así sean amigos, hermanos o amantes, algo que sucede en este guión de Amézaga. Pero cuando se mezcla el voseo reverencial con el tuteo habitual, ya estáis en aguas lodosas, oh valiente lectorzuelo! Por ejemplo: “tomad tus hombres e iros de aquí”, pag 37. A no ser que me falle el kapeluz mental, para que la concordancia sea la correcta, debería decir: “Tomad vuestros hombres e iros de aquí”. Y así, hay varios (“¡de lo contrario caeremos sin piedad sobre ti! ¿Habéis oído?”, etc). Amigos, en la wikipedia se explica clarito.

Qué chancho este Agrimbau criticando a los colegas, habráse visto. Pero va matizando la cosa. El guión siguiente de Marini, está bien, me gustó. Si se le suma el gran dibujo de Ibáñez, listo, compro. Los diálogos caen en incómodos modos informativos, en el principio, cuando los personajes empiezan a decirse cosas que ya saben, para informar al lector, claro. Dice ella: “Tu padre fue un honorable Samurai. Lo acusaron injustamente (…)” Responde él: “(...) esos niños asesinados fueron prueba suficiente como para condenarlo”. Hollywood nos ha malacostumbrado. En Dr House también pasa, ok.

Para que vean que no solo me dedico a ganar amigos, me voy a deshacer en halagos con el que sigue, que es un capo, sencillamente. Ricardo Ferrari. Este señor es todo elegancia, fluidez, verosilitud, estilo. Los diálogos son exactos; no se leen, se escuchan, se dicen. Aun trabajando en género, con vampiros entre cosacos, la verosimilitud está ahí, palpable. El pendejo protagonista es recontra cosaco, no cabe duda, aunque no hayas visto un cosaco en tu vida. Dice uno: “nuestras madres nos zurrarán por volver con la ropa sucia”, y responde el otro: “y nuestros padres por empatar otra pelea”. ¡RECONTRA - COSACOS! Tal vez mucho de esto provenga directo de Bram Stocker, el autor original, no puedo saberlo. Pero tampoco importa. Es la que más me gustó y quiero más, más, más. De paso recomiendo “Robur el Conquistador”, de la misma gran dupla, Ferrari-Lalia. Y a ver cuando se ve algo editado de Ferrari-Capristo, y que no sea una adaptación.

Para terminar, la última, el regreso de Crazy Jack en “Las Guerras Negras”, de Meriggi y Mazitelli. Es apenas una presentación de los personajes y la estética, una puntita nomás. Auspiciosa, por cierto. Mazitelli, al igual que Ferrari, es otro de los grandes guionistas de la generación intermedia que no tienen el reconocimiento que merecen. Me gusta verlo variar de dibujante, porque siempre lo he leído junto a Alcatena. Valga una perla: ante una gran cantidad de información para transmitir en esta introducción, Mazitelli imaginó un muy original elemento diegético: una especie de Google oral futurista que Crazy Jack consulta para saber sobre su enemigo, El Barón.

Disculpen los dibujantes si no me aboqué más a suparte, pero si me venden aventuras, voy a poner la lupa en lo guiones más que nunca. Más allá de las historias, y de mis pareceres personales, hay algunas cuestiones fácilmente mejorables:

  • El uso indiscriminado de la tipografía Comic Sans (sólo es tolerable en carteles de supermercado chino)
  • Las guardas de los costados en las páginas que distraen la lectura.
  • Y lo peor de todo: QUE NO PONGAN A LOS NOMBRES GUIONISTAS EN LA TAPA!!! ¡IMPERDONABLE!

Bueno, espero que nadie se enoje. Si destaco errores y aciertos es porque en ambos casos aprendo mucho como guionista. Le falta mucha más crítica a la historieta argentina de la que tiene hoy por hoy. Hay que perderle el miedo y ver que bien usada es un bien social. Algo que ayuda al conjunto. La triste opción es lo que más suele verse en foros y listas: los "no me gustó” o “está buenísimo”. Ofenden o alegran, pero se olvidan rápido. No pasa nada.

Ahora opinen!