25.11.08

Animate

Zoodélico. Hoy dibuja: Agustín Alessio.

Primero, lo primero. Fui a Animate 2008 el viernes, por un par de horas. Hoy por hoy es lo más parecido a una Convención de Cómic anual de Buenos Aires. Algo que sin duda, tiene que existir. Hay una gran cantidad de críticas puntuales que se repiten cada año: la falta de aire acondicionado o calefacción, la falta de aislamiento acústico, especialmente del escenario del cosplay, pocos invitados internacionales, la falta de un sector profesional, etc. En su mayoría son problemas que tienen su causa común en la falta de inversión, vale decir de alguien que tenga el dinero como para subsanar todas esas cosas. Este año, al mismo tiempo, noté mejoras en otros aspectos, no menos importantes: la designación de coordinadores idóneos para las charlas, un espacio acorde, no hubo roturas de vidrio ni multitudes aullantes desde la entrada.

A mí no me interesa que Animate se convierta en un evento cultural. No mientras siga existiendo “Viñeta Suelta”, que es el tipo de evento que yo siempre quise. No hace falta que venga Spiegelman, que haya una muestra retrospectiva de Calé o mesas redondas sobre “la Transculturación De La Estética Secuencial En El Marco De Realidad Latinoamericana Posmoderna”. Animate debe aspirar a ser el mejor evento comercial posible: el que más guita recaude, el que más gente aúne, en cuyos pasillos se hagan los mejores negocios y circulen los chismes más consustanciados con la realidad comercial de las editoriales locales y extranjeras. Deben sobrar los editores, los agentes, la manija de todo tipo, todos en busca de hacer más y más dinero a costa de la tinta ajena. Debería fastidiarnos cómo se maneja mucha guita de acá para allá, en un marco donde los autores argentinos que pueden vivir de la historieta son una escuálida minoría. Estaría buenísimo indignarse por el tremendo stand de la FOX, con su homero gigante, o el de SPRITE, o el de OSDE NEO con sus promotoras clase A que quieren afiliar todos los cosplayers posibles para sacarles el acné.

El afán de lucro debe rezumar de cada centímetro cuadrado, pero bien, con energía. Y que la gente se interese más en las boludeces que en las historietas. Y que venga el ponja de HEROES a cobrar 50 dólares el autógrafo, y que se siente con FRANK MILLER a hablar de guita en el sector VIP – profesional donde alguna marca de champagne barato reparte copitas de plástico. Que la gente se pueda subir al Batimovil, al Mark 5, al X-Wing, al Eva, al Espantomóvil, al citroen de Mafalda, al camión de los Roldán. Y entre todo eso, desde su falsa estelaridad: los cómics, el manga, Súperman, Inodoro Pereyra, Naruto, Patorozú, los Simpsons, el infaltable Eternauta y su vigésima resurrección, vale decir, los íconos. Como para que la cosa no se bandee demasiado. No es negocio.

Como de todos modos, siempre se va a intentar darle un cariz cultural, aunque sea para lograr algún tipo de exención de impuestos, o visto bueno de la Municipalidad, entonces sí, que programen las charlas con las tópicas de siempre: el mercado americano/francés/japonés, los fanzines, los homenajes a Casalla o Roume o Vogt o tantos otros, y seremos los veinte gatos locos de siempre, pero contentos. Las muestras bien armaditas de Risso, de Olivetti, de la Fierro, de los Villagran, de algún Breccia, de la revista Genios, etc. Así se viste bien al lugar, al menos una parte. No salen tan caras y cuando caiga algún monigote de Macri, le va a parecer un lugar con algún lejano parecido a una galeria de arte, y por ende, semi-cultural. Se saca una foto con alguien, se parla a una de las promotras de Osde y se pega un saque en el VIP del champagne barato. Todos contentos.

Se invitan actorcitos, putas patinadoras de Tinelli a la que “les encanta los comis”, farándula de segunda que cuando caiga el móvil de “intrusos” hable sobre sus divorcios y vaginoplastias a las tres de la tarde. Y que fluyan los cosplayers bien producidos, que despierten las ganas de los periodistas web mediocres de hacer notas al respecto, con ironías idiotas y reportajes que los dejen como inteligentes frente a la gorda boluda disfrazada de gótica que apenas si sabe expresarse sin usar emoticones.

No quiero nada del otro mundo, está claro.

Todo esto lo saben los que hacen Animate. Mejor que yo y que la mayoría de los que opinamos. Lo malo del dinero es que para ganarlo hace falta tenerlo. Y Animate es tan pobre como el promedio de la industria del cómic nacional, constituida por un puñado de editoriales de ventas irregulares, algunas comiquerías, alguna distruidora y listo.

La historieta argentina engaña. Porque la pobreza inherente de su industria no se condice con el lujo de su arte, con la obscena ostentación del talento de sus dibujantes y autores. Y aquí habría que volver a los temas de siempre, y no es el momento ni el lugar. Solo queda mi deseo de que en los Animates futuros pueda volver a indignarme por el fluir de la pavada y la guita, como alguna vez lo hice en algún Fantabaires prehistórico, pero aún más y mejor. Y no como ahora, que uno se va, más imbuido en la conmiseración, pensando en cómo deben estar pasándola los organizadores tres días seguidos con 40 grados de temperatura, olor a cosplayer sudoroso flotando en el aire, y un bafle saturando durante horas.

Habrá que volver el año que viene a ver si el deseo se cumple. Aunque sea una partecita.

D.