Hace unos tres años, mi amigo (guionista español) Javier Mora Bordel vino a Buenos Aires para realizar una investigación personal sobre Oesterheld. Gran parte de su misión en nuestro país implicaba realizar entrevistas a varios allegados de nuestro guionista fundacional. Cuando me dijo si quería acompañarlo a la casa de Elsa Oesterheld, no lo dudé un instante. Así fue como pude conocer a esta mujer de inteligencia soberbia y pasado trágico. No fue una entrevista, no hubo grabadores ni anotadores. Fue una interesantísima charla de varias horas, hasta entrada la madrugada, donde pude encontrarme frente a frente con una enorme parte de la historia de la historieta argentina. Elsa es una persona cautivante. Muy pronto uno se da cuenta de que tan injusta es su condición pública de "viuda célebre y trágica". El drama inabarcable que ha vivido está siempre presente, es inevitable, está en cada silencio y en cada recuerdo. No podría ser diferente. Pero más allá de eso, Elsa Oesterheld es una de las personas más interesantes que conocí en mi vida, a fuerza de mérito propio. Recuerdo una parte de la charla, que ejemplifica un poco lo que estoy diciendo. Ella nos contaba sobre la relación laboral y personal de su marido con Hugo Pratt, en épocas cuando ambos colaboraban en historietas como Ernie Pike o el Sargento Kirk. Elsa nos contó que era habitual que Pratt apareciera por su casa de La Lucila, ya que si bien no se puede decir que fuera un amigo íntimo de Héctor, sí compartían muchos intereses comunes como la historia y la literatura. Además Hugo era un gran admirador de Elsa como cocinera, y aprovechaba la ocasión para comer comida casera, en plenos tiempos de soltería. Durante la sobremesa era habitual que se hablara de temas como la literatura, el arte o la política. Y Elsa intervenía con la misma convicción y conocimiento que cualquiera de los dos hombres. En una de estas ocasiones, Héctor abandonó la mesa por un minuto, circunstancia que aprovechó Pratt para hacer de las suyas.
El diálogo, según recuerdo lo que nos contó Elsa, fue más o menos así:
HUGO: Afortunadamente, además de linda, sos muy inteligente. Sino, yo sería capaz de enamorarme.
ELSA: No te preocupes. Porque soy inteligente, sé que yo nunca me enamoraría de alguien como vos.
Con semejante contestación, le debe haber quedado claro.
Eso es todo por hoy. Para que pispeen les dejo unas páginas que estamos haciendo con Dante para Eura Editoriale. Las tramas que texturizan los plenos negros me hacen acordar al estilo de Pratt en La Isla del Tesoro. En fin, dicen que la trama es infinita. Salud.