
Pero lo que más bronca me da, es que dejó sin finalizar un libro que ya tenía editor: El Campito. Diez páginas le faltaban solamente; ya había entintado más de treinta. Y lo abandonó, así como así. De un día para el otro. Durante años hicimos historietas juntos, fuimos al mismo secundario de dibujo (El Fader, igual que Ginevra), el estudió con Oswal, siempre soñamos conque alguna vez una editorial nos edite un libro. Y cuando por fin sucede, a diez páginas del final, a diez metros de la llegada, abandona la competencia.
Si no es porque es una de las personas más buenas que conozco, debería admitir que me cagó. Y mal. Pero bueno, no puedo enojarme con Gato. Además, aunque ya pasaron seis años desde que hizo la última página, todavía tengo esperanzas de que la termine. Ese día algo dejará de estar pendiente en su cabeza. Y en la mía. Porque hay veces que diez páginas, diez pasos, un paso, te llevan seis años.
Es así nomás.
DA