Bastante se está hablando por los foros interneteanos sobre la vuelta de Fierro. Hay mucho palo venenoso y no tanto, sobre los cuales el mismo Sasturain se viene haciendo cargo (desestimando?) en los editoriales de los dos últimos números (3 y 4). Es raro. No sé por dónde llegarían las críticas a sus oídos, porque sencillamente no me imagino a Sasturain leyendo Portalcomic o la Mlargenta. Pero por algún lado le llegaron, le habrán mandado mails, que se yó.
El último editorial me provoca sospechas. Primero porque repite la linea argumentativa irónica de la revista tres, donde reparte palos en reversa al gran elenco. Segundo porque tanta ironía junta termina dándose vuelta como un guante, o mejor dicho, doblándose sobre sí misma y mordiéndose la cola. No sé, casi que siento como que está pidiendo solapadamente a los autores que se pongan más las pilas.
Es raro, repito.
En teoría, una revista no puede ser mejor con un elenco tal como: nine, e. breccia, trillo, muñoz, grillo, sampayo, mandrafina, bobillo, lucas varela, el tomi, saenz valiente, de santis, liniers, sala, cachimba. Podemos discutir uno, dos. Los opinables están en el banco, digo, para ejercitar la metáfora futbolera que se viene con todo esta temporada. El técnico se exime de culpa y cargo: hace lo que le pide la gente. Ojalá tuviéramos un tanteador para saber si perdemos o ganamos. Lo más parecido serían las cifras de venta, que tengo entendido que no van nada mal. ¿Entonces, Norberto? ¿Qué nos pasa a los argentinos? ¿Estamos todos locos?
Que las pocas páginas, que sacan material del cajón, que no se puso las pilas, que faltan guionistas, que nunca me gustó...
No sé, de repente todos los capos juntos se pusieron de acuerdo para cagarla. Le hicieron un boycot a Página 12 porque secretamente todos los mejores historietistas argentinos son ángeles exterminadores que vienen a acabar con los bastiones del progresismo. ¡Por eso aparece Seineldín al final del número 4! ¡Está todo claro, Norberto!
Voy a hablar como emigrado que vuelve de Madrid: a ver... yo tengo un reflejo condicionado que hace que la Fierro me guste a pelo y a lana. Aún en las más oscuras épocas de la primera época, yo disfrutaba como un cerdo y no entendía porque decían que estaba en decadencia. Me gusta antes de leerla, hago trampa, no sé. Claro que hay cosas que me gustan más que otras, no me vuelvo idiota. Lo de De Santis y Saenz Valiente es magistral, ilumina a toda la revista. Alcobre la parte. Los Nines me gustan siempre. Trillo y Grillo me encanta. Extraño la forma primigenia de Cachimba y el Tomi, cuando eran geniales. ¡Está Copi! ¡Copi es un dios! Y Lucas Varela también.
Pero esos pendejos insolentes, los de veinte, tienen el tupé de no haber leído en su puta vida una Fierro clásica. De repente dejan caer, así como que les chupa un huevo todo: lo de Muñoz es una mierda. Yo abofeteo el monitor y mientras me curo la mano, pienso... Qué pendejo puto, qué bárbaro que salte diciendo algo así, me encanta. Yo no podría aunque lo de Muñoz fuera una mierda de verdad.
Lo cierto es que el arte necesita, cada tantos años, un parricidio saludable.
Mientras yo estudiaba Dramaturgia se había armado una trifulca impresionante entre los nuevos y los viejos, como en el Diario de la Guerra del Cerdo de Bioy Casares. Los Nuevos Dramaturgos contra los realistas de los 60's. A mí me daba vergüenza decir que me encantaba Roberto Cossa, o peor... que tenía las obras completas de Armando Discépolo. Y los viejos no se ahorraban municiones para pegarle a los nuevos, y les daban duro, eh. Los sacaban de los teatros, les cortaban los víveres. No se peleaban en los reportajes nada más. Había guita de por medio, supervivencia.
El resultado es que los nuevos rompieron todos los moldes, ocuparon los mejores asientos en los teatros y andan de viaje por el mundo hablando raro y escribiendo más raro todavía. Se forjó la Nueva Dramaturgia, que ahora ya de nueva no tiene nada, pero sigue siendo lo más interesante que hay para ver en teatro. Y yo, ya sin traumas, voy a ver las obras de Spregelburd o Federico León mientras sigo leyendo los tres tomos de Armando Discépolo que algún día terminaré.
Eso en la historieta no pasa. Para bien o mal. Al menos, hasta ahora.
Yo no podría hacerme el loco, soy medio huevón. No podría. Pero estos pendejos tienen la intención, la sana intención de hacer historia desde cero. Claro que si no hacen cómics o mangas buenos, renovadores y que rompan los moldes no tienen derecho a putear a nadie. Pero ojo, porque hay mucho tapado.
No me deja de agradar la idea de un mangaka adolescente tardío de Burzaco diciendo: yo nunca leí nada de historieta argentina, mis infulencias son todas ponjas. Me chupa un huevo Oesterheld, Muñoz y la Fierro. Y que sea el mejor historietista argentino, a pura prepotencia de talento. Sería lindo. Yo no podría.
Por lo pronto, sigo sonriendo sin que nada pueda borrarme la cara de boludo feliz: en un número próximo de la Fierro Reloaded (cinco o seis), sale una historieta que hicimos con Ippóliti.
¡Voy a publicar en la Fierro, Norberto!
Adeus,
Diego
El último editorial me provoca sospechas. Primero porque repite la linea argumentativa irónica de la revista tres, donde reparte palos en reversa al gran elenco. Segundo porque tanta ironía junta termina dándose vuelta como un guante, o mejor dicho, doblándose sobre sí misma y mordiéndose la cola. No sé, casi que siento como que está pidiendo solapadamente a los autores que se pongan más las pilas.
Es raro, repito.
En teoría, una revista no puede ser mejor con un elenco tal como: nine, e. breccia, trillo, muñoz, grillo, sampayo, mandrafina, bobillo, lucas varela, el tomi, saenz valiente, de santis, liniers, sala, cachimba. Podemos discutir uno, dos. Los opinables están en el banco, digo, para ejercitar la metáfora futbolera que se viene con todo esta temporada. El técnico se exime de culpa y cargo: hace lo que le pide la gente. Ojalá tuviéramos un tanteador para saber si perdemos o ganamos. Lo más parecido serían las cifras de venta, que tengo entendido que no van nada mal. ¿Entonces, Norberto? ¿Qué nos pasa a los argentinos? ¿Estamos todos locos?
Que las pocas páginas, que sacan material del cajón, que no se puso las pilas, que faltan guionistas, que nunca me gustó...
No sé, de repente todos los capos juntos se pusieron de acuerdo para cagarla. Le hicieron un boycot a Página 12 porque secretamente todos los mejores historietistas argentinos son ángeles exterminadores que vienen a acabar con los bastiones del progresismo. ¡Por eso aparece Seineldín al final del número 4! ¡Está todo claro, Norberto!
Voy a hablar como emigrado que vuelve de Madrid: a ver... yo tengo un reflejo condicionado que hace que la Fierro me guste a pelo y a lana. Aún en las más oscuras épocas de la primera época, yo disfrutaba como un cerdo y no entendía porque decían que estaba en decadencia. Me gusta antes de leerla, hago trampa, no sé. Claro que hay cosas que me gustan más que otras, no me vuelvo idiota. Lo de De Santis y Saenz Valiente es magistral, ilumina a toda la revista. Alcobre la parte. Los Nines me gustan siempre. Trillo y Grillo me encanta. Extraño la forma primigenia de Cachimba y el Tomi, cuando eran geniales. ¡Está Copi! ¡Copi es un dios! Y Lucas Varela también.
Pero esos pendejos insolentes, los de veinte, tienen el tupé de no haber leído en su puta vida una Fierro clásica. De repente dejan caer, así como que les chupa un huevo todo: lo de Muñoz es una mierda. Yo abofeteo el monitor y mientras me curo la mano, pienso... Qué pendejo puto, qué bárbaro que salte diciendo algo así, me encanta. Yo no podría aunque lo de Muñoz fuera una mierda de verdad.
Lo cierto es que el arte necesita, cada tantos años, un parricidio saludable.
Mientras yo estudiaba Dramaturgia se había armado una trifulca impresionante entre los nuevos y los viejos, como en el Diario de la Guerra del Cerdo de Bioy Casares. Los Nuevos Dramaturgos contra los realistas de los 60's. A mí me daba vergüenza decir que me encantaba Roberto Cossa, o peor... que tenía las obras completas de Armando Discépolo. Y los viejos no se ahorraban municiones para pegarle a los nuevos, y les daban duro, eh. Los sacaban de los teatros, les cortaban los víveres. No se peleaban en los reportajes nada más. Había guita de por medio, supervivencia.
El resultado es que los nuevos rompieron todos los moldes, ocuparon los mejores asientos en los teatros y andan de viaje por el mundo hablando raro y escribiendo más raro todavía. Se forjó la Nueva Dramaturgia, que ahora ya de nueva no tiene nada, pero sigue siendo lo más interesante que hay para ver en teatro. Y yo, ya sin traumas, voy a ver las obras de Spregelburd o Federico León mientras sigo leyendo los tres tomos de Armando Discépolo que algún día terminaré.
Eso en la historieta no pasa. Para bien o mal. Al menos, hasta ahora.
Yo no podría hacerme el loco, soy medio huevón. No podría. Pero estos pendejos tienen la intención, la sana intención de hacer historia desde cero. Claro que si no hacen cómics o mangas buenos, renovadores y que rompan los moldes no tienen derecho a putear a nadie. Pero ojo, porque hay mucho tapado.
No me deja de agradar la idea de un mangaka adolescente tardío de Burzaco diciendo: yo nunca leí nada de historieta argentina, mis infulencias son todas ponjas. Me chupa un huevo Oesterheld, Muñoz y la Fierro. Y que sea el mejor historietista argentino, a pura prepotencia de talento. Sería lindo. Yo no podría.
Por lo pronto, sigo sonriendo sin que nada pueda borrarme la cara de boludo feliz: en un número próximo de la Fierro Reloaded (cinco o seis), sale una historieta que hicimos con Ippóliti.
¡Voy a publicar en la Fierro, Norberto!
Adeus,
Diego
P. D: Ok, ok, ya sé que mis cuatro distinguidos lectores sólo querían ver el porno prometido, ahí vá. Es una página de la serie "Desvirgadoras" que se publicó en Kiss Comix y cuenta con dibujos de Al Azif.